viernes, 17 de abril de 2020

Bego, una duende pizpireta


No comenzaré la historia

diciendo “hace mucho tiempo”,

pues sucedió el otro día

todo lo que aquí te cuento.


En mitad del bosque,

tras el árbol más frondoso,

viven unos duendes

que son muy amorosos.

Son los duendes de los sueños,

siempre preparados

para llenar de fantasía

a los niños adormilados.


Entre ellos vive

una duende muy especial,

Begoña es su nombre

pero le dicen “Bego”, nada más.


A Bego le encantan

las cosas diferentes,

se fija en detalles tan pequeños

como lo son tus dientes.


Todos le dicen

que siempre está distraída,

que se pasa buscando rarezas

todo el santo día.


Por fin, al cumplir diez años,

la nombraron duende de los sueños

y pasó a cuidar por las noches

los sueños de un niño pequeño.

“A partir de esta noche

los sueños de Miguel cuidarás”,

-le dijo la seño de los duendes-

“es como tú, te caerá genial”.

Miguel, como Bego,

adoraba lo diferente,

solo quería ser feliz, sin importarle

lo que dijera la gente.

Tenía mil fantasías,

mil sueños por cumplir

y se ponía triste

si veía a alguien reñir.


Una noche, mientras Miguel dormía,

Bego se asustó un montón,

él no paraba de moverse

y de hacer ruidos como un león.

Miguel se despertó sobresaltado

y al ver a una duende en su almohada

dio un brinco gigante en el colchón

que dejó a Bego despelucada.

Ella le explicó quién era,

mientras Miguel, anonadado,

la escuchaba atentamente,

a pesar de estar adormilado.


“Soy la duende que vigila tus sueños,

cada noche me quedo aquí,

para borrar con magia

las pesadillas que puedan venir;

pero hoy no me has dado tiempo,

te despertaste tan alborotado

que creo que soy yo

quien más se ha asustado”.


A Miguel se le pasó el susto

y comenzó a reír,

¡tenía una duende de los sueños!,

¿cómo no iba a estar feliz?


A partir de esa noche

se hicieron inseparables

viviendo mil aventuras

realmente insuperables.





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